Wednesday, November 02, 2005

Los lideres que ando buscando



Hay que revolucionar el sentido común de los chilenos. Debe disputarse la batalla cultural instalando un proyecto de país basado en la solidaridad y el respeto. Un proyecto colectivo en el que todos los actores sociales sean co-artífices del proceso de desarrollo de Chile. Para ello, debemos ser capaces de poner al frente misiones colectivas, en las que se ponga todo el esfuerzo y los recursos para cumplirlas.

“El capítulo chileno de la transición a la democracia se ha cerrado. Ahora, despejadas las odiosidades, nos queda mirar en perspectiva histórica lo pasado y sacar de el lecciones al servicio de Chile y su gente.”(Valdivia, 1996)

Hoy es posible avanzar en una construcción técnica sobre cuál es el camino que debe seguir Chile para alcanzar el tan anhelado desarrollo económico y social. Sin embargo, esa reflexión es lenta y generalmente incompleta. Los vertiginosos cambios de este mundo desbocado (Giddens, 1999) llevan cualquier abstracción contemporánea rápidamente al pasado.

Desde lo anterior es que, paralelo a la preparación técnica que debe adquirir cualquiera que quiera lo mejor para Chile, se debe dar énfasis también a otros dos pilares. El espíritu de servicio público y la sensibilidad social. Chile, al mismo tiempo que necesita dotarse de una buena estrategia para alcanzar el desarrollo, necesita líderes sensibles y con profunda vocación de servicio público.

Un contexto histórico tan incomprensible como el que nos toca vivir y compartir, requiere de un trabajo en tres ejes: Preparación profesional, sensibilidad social y espíritu de servicio. Independiente del modelo a seguir, si alguno de los tres ejes se descuida, no hay modelo que valga. Un país que apueste a alcanzar el desarrollo económico, debe exigir en su clase política el cultivo de estos tres pilares fundamentales.

Espíritu de Servicio

Cultivar el espíritu de servicio es una tarea diaria, es un compromiso que requiere poner el proyecto personal de vida en favor de un pueblo, es sentir que la tarea es el desarrollo de Chile y trabajar sin descanso por ello. Es necesario invitar día a día a trabajar por el país, por su gente y por sus niños. En una tarea ardua, pero que tiene como recompensa estar vivos para ver a Chile alzarse como un país desarrollado, el primero de la región, el primero de América Latina. Para ello se requieren tareas amplias, sentido de misión de país, enfoque absoluto en nuestra gente y una conducta de auto motivación permanente. Necesitamos que todos aquellos que están en política, en especial los que lideran el país, se auto motiven permanentemente para seguir trabajando.

Deben ser invitados todos; las ONG, la iglesia, las JJVV, los clubes deportivos, los scout, los colegios, todos aquellos que sirven sin recibir mas recompensa que ver a Chile mejor. Todos deben ser convocados. Hay que traducirlo en tareas intermedias e invitar a Chile a cumplirlas.

Derrotamos la desnutrición, el analfabetismo, construimos carreteras y todos los chilenos tienen agua potable. ¡pongamos nuevas tareas a Chile! con nuevos estandartes, para que nuestros servidores públicos recuperen la brújula.

Preparar a nuestra gente.


“Se señala que en sólo 150 años, la tecnología conquistó el planeta y creó una civilización mundial. Esta transformación fue impulsada por un cambio radical en el significado del conocimiento, el que sería más esencial para la riqueza de las naciones, que el capital o la mano de obra. Este cambio que se inició hace 250 años en el significado del conocimiento, ha transformado a la sociedad y a la economía. Hoy en día, el conocimiento es el único recurso significativo. Los "factores de la producción" tradicionales -los recursos naturales, la mano de obra y el capital- no han desaparecido, pero se han vuelto algo secundarios” (P. Drucker).

El surgimiento de la sociedad del conocimiento es el cambio de mayor magnitud que se haya registrado jamás en la historia del intelecto.

Comprender esta realidad es extremadamente complejo. Nuestro país es muy pequeño, invisible para el mundo, con un aislamiento geográfico soslayable a través de la revolución de las comunicaciones, pero indudablemente insignificante el marco mundial. Ese papel sólo es comprensible desde el exterior, nuestra clase política debe prepararse bien para comprender el mundo en el que se desenvuelve. Para asumir tareas grandes necesitamos líderes preparados, que hayan recorrido el mundo, que lo dominen y comprendan. Que hayan compartido con otras culturas, que posean conocimiento y entrenamiento para liderar en un mundo diverso y en constante cambio. Preparar a nuestra gente es una tarea compleja. Necesitamos más chilenos estudiando fuera, más chilenos que hablen varios idiomas, más políticos con la ambición de prepararse más y mejor para hacer un trabajo superior.

La carrera política debe tomarse con seriedad y profesionalismo, no es posible que las primeras aproximaciones a esta actividad sean instintivas, sin guía y con profundas distorsiones sobre el sentido de la vida pública. En Chile, al igual que otros países debiera implementarse el sistema de becarios, donde los jóvenes postulen para trabajar junto a parlamentarios y estos les enseñen y muestran el trabajo público. No puede ser que las juventudes políticas tengan ese rol a cargo, más aun cuando dichas organizaciones no cuentan con ningún tipo de apoyo ni respaldo. Ese es un grave error para Chile, ya que de esa manera los nuevos interesados en la actividad política solo aprenden lo accesorio.

Tampoco es posible desarrollar Chile dejando la actividad política exclusivamente en manos de nuestra descendencia sanguínea, o de nuestros círculos sociales. Necesitamos a todos los chilenos, de todos los círculos y todos los colegios.

La importancia de la sensibilidad social para la política.


Las tareas colectivas se construyen con la gente. Junto a ellos, en las campañas electorales, ocupando ese espacio para invitar a un proyecto mayor. No podemos ganar elecciones con deudas personales, o hipotecando nuestras convicciones. Las campañas se ganan comunicando nuestra idea de país, invitando a la tarea colectiva. Presentando nuestra honestidad y nuestra vocación de servicio, presentando el anhelo de ver a Chile mejor. Para ello hay que conocer el lenguaje de la gente, que ellos te conozcan y confíen. La política se juega en el barrio, no es posible hacer buena política lejos de la gente.

La primera de las necesidades fundamentales en el proceso de preparación es conocer al país y a su gente, a sus partidos políticos y a sus líderes. Hablo de prepararse para una gran tarea, desarrollar Chile, ello no es posible sino en terreno. Desde lejos se puede conocer el mundo, pero no Chile. A Chile y a los chilenos se les conoce en el barrio, en la población, en la cancha de fútbol, en la reunión de apoderados, en el comité de adelanto.

No es posible inventar políticas sociales sin conocer antes el sufrimiento de los que se beneficiarán de esas políticas, tecnocracia es lo que menos necesita nuestro país, es un pueblo demasiado complejo para ello, demasiado culto, muy desconfiado para ofrecerle soluciones tecnócratas. Es más fácil invitarlo a una tarea común. Después de todo, tenemos un gran pueblo, solo falta que este pueblo tenga la clase política que se merece. Ahora es cuando.

Thursday, October 27, 2005

Wednesday, October 26, 2005

La disputa cultural.

Sin darnos cuenta estamos día a día en una batalla. Una batalla cultural. No hay buenos ni malos, solo lideres que creen que su fórmula es mejor que otras. Lo central de la lucha es lo de siempre: individualistas versus colectivistas. Los que creen que cada uno debe resolver sus problemas versus los que creemos que hay que compartir gastos y beneficios entre todos. Viendo las noticias encontré una trampita que quise develar.

Muchos líderes vienen señalando que la delincuencia es un problema colectivo y que el gobierno de turno debe hacer más por tratar de resolver ese flagelo. Sin embargo, esos mismos señores señalan que en otros terrenos de la vida social los problemas deben ser resueltos individualmente. Se me genera una contradicción: ¿Por qué alguien debe resolver sus problema de salud y educación individualmente y sus problemas de seguridad colectivamente? Creo que aquellos que propugnan que la educación es un problema individual y la seguridad un problema colectivo nos pasan ‘gato por liebre’. El engaño es el siguiente: si el modelo individualista no resulta para dar respuesta a todos los problemas que emergen en una sociedad, entonces el modelo hay que reformarlo. Tratar de vender el modelo escondiendo sus más nocivos resultados es trampa. Dado el modelo que proponen los individualistas ¿Cuál debiera ser la solución a la delincuencia? Que cada uno anduviera con su guardaespaldas y, aquel que no tenga para pagarlo, que consiga un mejor empleo o que se joda. Igual como ocurre en la salud o en la educación. El que no tiene plata no estudia y el que no tiene Isapre no se sana. Así de simple. No puedes importar los problemas de un modelo a otro. Si quieres soluciones, tienes que buscarlas dentro de la gama de soluciones que te ofrece el modelo que propones. Lo otro es pasar gato por liebre. Porque no es posible aplicar soluciones del modelo colectivista a problemas creados en el modelo individualista. Si quieren que la delincuencia sea un problema colectivo, entonces que estén dispuestos a que la salud y la educación también. Si no, los beneficios del modelo para unos pocos y los problemas para todos, eso es trampa. Lo peor es que la gente se compra el cuento y vamos perdiendo paulatinamente la disputa cultural.

Tuesday, October 25, 2005

¡Manos a la obra!

Los líderes han existido siempre. Si no fuera por ellos no estaría la humanidad donde está. Alguien ha tenido siempre que tomar la responsabilidad y decidir como hacer las cosas. Piensa en esta frase: 'las cosas son lo mejor que pueden ser. Si no, serían mejores'. Las cosas han sido lo mejor que han podido ser dada las condiciones que había. Nadie desea que las cosas vayan mal, solo faltan manos que generen nuevas condiciones y expandan las mejoras potenciales.

Liderazgo es política. Renunciar a la política es desentenderse de la responsabilidad que tenemos los unos con los otros. Y pero aun, es optar por un país donde cada uno se salva solo. Eso es muy triste. No solo es triste, sino que hace todo más difícil. Encontrar sentido a la vida desde el individualismo es mucho más difícil que hacerlo desde la tribu. ¡Que mas entretenido que conversar y decidir con otros como convivir mejor! política es liderazgo, liderazgo es gobierno. Gobernar es decidir como hacer las cosas para pasarlo mejor. Sistema económico, seguridad ciudadana, educación, transporte publico, ocio, vacaciones, jornada laboral y todo lo necesario para que la tribu funcione. No puede ser tan difícil, es cosa de tomarse un proyecto en serio y articularse para hacerlo realidad en el mediano plazo.

Yo creo que no puede ser tan difícil hacer de Chile el mejor lugar para vivir en todo el mundo. Un país de 15 millones de habitantes, con 6 millones viviendo en una ciudad pequeña. Mucho mar, recursos naturales, aislamiento geográfico contra enfermedades y terrorismo. ¿Como cresta no vamos a ser capaces de tener un país la raja para el 2020? Estoy seguro que con los paisajes que tenemos, con la calidad de nuestra gente, con el mar, con la magia del puerto, con Neruda, los mapuches, el cobre, el vino, la pobla, y con cada uno de nosotros podemos hacer de Chile un paraíso. El resto del mundo va a hacer cola para venirse a vivir a nuestra patria. ¡Manos a la obra!

Sunday, October 23, 2005

Mirando el siglo 21 desde America Latina

El 11 de septiembre de 2001 me sorprendió en Lisboa. Hacia la tarde llegué a Londres y, aunque las informaciones aún eran contradictorias, fueron suficientes para advertirnos que el mundo había cambiado. Mirados los hechos con perspectiva, creo que de allí surgió una oportunidad aún no aprovechada. Confrontados al terrorismo y sus acciones posteriores -como las ocurridas en Bali, Madrid y en Londres-, la comunidad internacional ha tenido una gran oportunidad para poner en marcha una nueva etapa de cooperación. Un nuevo modelo de reglas y diálogo, propio de las exigencias del siglo XXI.

Fue la reacción que se tuvo en otros momentos de crisis en la historia. Más allá de sus resultados, tras la tragedia de la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles puso en marcha la Liga de las Naciones, en un intento por crear un mundo mejor. En 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, se constituyen las Naciones Unidas con el propósito de crear un sistema de relaciones internacionales más sólido y amplio para dar estabilidad al planeta.

Ahora no ha sido así. Junto al No al terrorismo de la mayor coalición que nunca haya tenido la humanidad en torno de un eje político central, no se colocó el Sí de la cooperación y la construcción de un mundo global sustentado en reglas claras, justas y equilibradas.

Ricardo Lagos

Friday, October 21, 2005

Debate

Constanza Santa María: "Hablemos de desigualdad, Chile está hoy entre los 10 países que tienen peor distribución del ingreso, junto a naciones como Nigeria y Zimbabwe. Todos coincidimos en que es una vergüenza nacional, quiero saber si ustedes llegan a La Moneda, una medida que van a tomar para enfrentar este tema, quiero que me digan una la más importante ¿cuánto les va a costar y cómo la van a financiar?."

Joaquín Lavín: "Lo primero, darle trabajo en marzo del año 2006 en un plan de emergencia a los 600 mil cesantes, va a costar 30 millones de dólares y para darles trabajos marzo y abril, llevan mucho tiempo sin trabajo."


Es decir, 30 millones de dólares / 600 mil cesantes = US $ 50 por cesante / 2 meses (marzo y abril) = US $ 25 = $13.375
PLOP!!

Monday, October 10, 2005

Antes de elegir una política pública

Al elegir entre distintas políticas, es importante partir por establecer cuáles son las causas verdaderas del problema que queremos resolver. Muchas veces aceptamos explicaciones que no son correctas, por inercia, por flojera o porque coinciden con nuestros prejuicios sobre el tema. El problema es que si partimos de un diagnóstico equivocado, lo más probable es que elijamos las políticas equivocadas.

By Eduardo Engel
La Tercera, septiembre 25, 2005

El año 1990, Amartya Sen alertó al mundo sobre la ausencia de aproximadamente 100 millones de mujeres en Asia. El célebre economista, que poco después obtuvo el Premio Nobel de Economía, notó que mientras la proporción de hombres y mujeres era casi la misma en países de Occidente, en países como Bangladesh, China, India y Pakistán había mucho más hombres que mujeres. Esta observación lo llevó a concluir que las culturas asiáticas eran negligentes con sus hijas, porque no las llevaban a los
controles médicos o las alimentaban peor que a sus hijos varones. Otros analistas fueron más duros, afirmando que el misterio de las "mujeres faltantes" se debía a infanticidios, a abortos forzados y a la trata de blancas.

Emily Oster había escuchado de las mujeres faltantes cuando ingresó a la Universidad de Harvard una década más tarde. Interesada en la salud pública, un verano leyó el libro "Hepatitis B: la búsqueda de un virus asesino", de Baruch Blumberg, donde se mencionaban algunos estudios mostrando que era mucho más probable que una mujer embarazada que tenía hepatitis B tuviera un niño que una niña. Aunque la causa no se conoce con certeza, tal vez sea que los abortos espontáneos, debidos a la enfermedad,
son más frecuentes cuando el feto es femenino.

La joven estudiante ató cabos y se abocó a la tarea de ver, país por país, la relación entre la incidencia de la hepatitis B y las diferencias entre el número de hombres y mujeres. En un trabajo publicado recientemente en una de las revistas más prestigiosas en economía, Oster concluye que la mitad de las mujeres faltantes en Asia se explica por la incidencia de hepatitis B. En lugar de haber sido víctimas de padres negligentes o criminales, estas mujeres simplemente nunca nacieron.


Los criminales faltantes

Uno de los best-sellers más sorprendentes en años recientes, compitiendo de igual a igual con Harry Potter y el Código Da Vinci en la lista de más vendidos en Amazon, es el libro "Freakonomics". Escrito por un destacado economista de la U. de Chicago (Steven Levitt) y un muy buen periodista del New York Times (Stephen Dubner), el libro cuenta una docena de historias, varias de ellas basadas en el trabajo académico de Levitt, mostrando la importancia de cuestionar las verdades aceptadas, exigiendo evidencia convincente y pensando en explicaciones alternativas cuando dicha evidencia
no se puede encontrar. El trabajo de Emily Oster sobre las mujeres faltantes pertenece a esta nueva escuela que ha tomado vuelo en economía durante la última década.

Levitt alcanzó notoriedad hacia fines de los 90, cuando junto a John Donohue propuso una explicación particularmente polémica para la sorprendente caída en los índices de criminalidad de EE.UU. a comienzos de los 90.

Entre 1975 y 1990 los crímenes violentos aumentaron en un 80% en los Estados Unidos, desatando la preocupación ciudadana y transformándose en tema obligado de los noticiarios. Cuando los índices de criminalidad cayeron rápidamente a comienzos de los 90, llegando a niveles que no se veían desde los años 50, todo el mundo fue pillado de sorpresa, preguntándose qué había pasado.

Varias hipótesis se barajaron para explicar esta súbita y dramática caída: nuevas estrategias utilizadas por la policía, mayor énfasis en encarcelar a los criminales, cambios en los mercados de drogas, envejecimiento de la población, control de armas más estricto, mayor crecimiento económico y un mayor número de policías.

La explicación basada en una nueva estrategia policial fue una de las más populares, sobre todo por cómo se dieron las cosas en la ciudad de Nueva York, una de las primeras beneficiadas con la reducción de crímenes violentos. Con la elección de un nuevo alcalde, Rudi Giuliani, vino un cambio en cómo se gestionaba la ciudad. El grado de sofisticación para obtener y procesar información, al incorporarse las soluciones informáticas al trabajo policial, aumentó considerablemente con Giuliani. Esta modernización policial vino acompañada de una supervisión mucho más estricta del trabajo policial: por primera vez los jefes de policía debían rendir cuentas regularmente al alcalde, revisándose el logro de las metas acordadas.

Si uno mira cuidadosamente la evidencia, se concluye que una mejor gestión policial no tuvo nada que ver con la súbita caída de crímenes violentos a comienzos de los 90. En primer lugar, los crímenes violentos en Nueva York ya habían caído un 20% entre 1990 y 1993, mientras que Giuliani y sus cambios revolucionarios de gestión llegaron a la alcaldía de Nueva York recién en 1994. El timing no calza. A lo anterior se agrega que la reducción de crímenes fue a lo largo y ancho de todos los Estados Unidos, incluyendo una mayoría de ciudades en que no hubo reforma alguna en cómo se
manejaba la policía.

La hipótesis que plantea Levitt es que los crímenes cayeron a partir de 1990 debido a la legalización del aborto que tuvo lugar en EE.UU. en 1973. Muchos niños que hubieran nacido y terminado siendo criminales -los criminales son más activos entre los 15 y 30 años de edad- no nacieron porque sus madres optaron por un aborto. Suena crudo, no cabe duda, pero no estamos hablando de cómo quisiéramos que fueran las cosas, sino de cómo fueron.

Veamos, entonces, cuál es la evidencia que ofrece Levitt. Primero, que los crímenes violentos bajaron primero en los estados que legalizaron el aborto antes. Nueva York, California, Washington y Hawai legalizaron el aborto al menos dos años antes que el resto de los EE.UU., viendo caer sus índices de criminalidad antes que los restantes estados. Segundo, Levitt encuentra que los estados donde los crímenes violentos cayeron mucho más a partir de los 90 son aquellos que tuvieron un mayor número de abortos durante los 70.

La hipótesis de Levitt explica parte importante del fenómeno, pero no todo. Otros factores relevantes son un incremento del número de policías y un aumento de la población carcelaria. Levitt y Dubner también exponen una serie de factores, algunos de ellos muy populares en su momento, que no tienen nada que ver.

Democracia y desarrollo

Entender el rol de los partidos políticos, de la participación ciudadana y de los sistemas electorales es crucial para pensar un país. Claudio Fuentes es PhD en ciencias políticas de la Universidad de Carolina del Norte y Director de Flacso, un centro de investigación progresista. Larroulet es ingeniero comercial de PUC, Master en Economía de la Universidad de Chicago y Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, un centro de pensamiento derechista

Por Claudio Fuentes

La interrogante que plantea Cristián Larroulet en su columna de La Tercera publicada el pasado domingo 18 es crucial y pertinente. El autor sostiene que es necesario preguntarse qué instituciones y qué políticas deben darse los países en democracia para poder crecer. Sin embargo, sus respuestas conducen a equívoco.

Aunque reconoce que la respuesta es amplia, Larroulet indica que un aspecto clave es el sistema electoral. Agrega que la mayoría de los países democráticos que alcanzaron el desarrollo poseen sistemas mayoritarios y que la sustentabilidad futura del crecimiento de Chile depende, entre otras cosas, de la mantención de instituciones que facilitan la gobernabilidad, como el sistema binominal. Indica como atributos del
sistema el que fuerza la conformación de dos bloques, elimina la influencia de los partidos con posturas extremas y obliga los consensos.

Aceptar que existe una relación causal entre el sistema político y las posibilidades de desarrollo es en sí mismo un hecho significativo. Y señalar que se requiere de un sistema gobernable para garantizar una estrategia de desarrollo sustentable también es aplaudible. No obstante, es necesario cuestionar el sustento empírico de algunos de sus supuestos. En primer lugar, Larroulet parece preocuparse más del crecimiento que del desarrollo, temas relacionados pero diferentes. La pregunta que le inquieta es qué tipo de instituciones se requieren para "crecer" y no para alcanzar el desarrollo. El problema aquí es que mientras el crecimiento puede darse bajo cualquier régimen político (como lo demuestra China), el desarrollo sustentable sí parece requerir de condiciones sociales y políticas para concretarse. El índice de desarrollo humano, que mide no sólo crecimiento sino también acceso a salud y educación, entre otras variables, comprueba que los países con mayores niveles de desarrollo son en su gran mayoría democráticos.

En segundo lugar, Larroulet sostiene que existiría una relación causal entre el sistema electoral de un país y su nivel de desarrollo. Indica con gran confianza que "la mayoría de los países democráticos que alcanzaron el desarrollo poseen sistemas mayoritarios". No obstante, las cifras muestran otra cosa. Si consideramos las 21 naciones democráticas más desarrolladas, vemos que en 15 de ellas (71%) existe un sistema proporcional. Por lo tanto, si quisiéramos guiarnos por las estadísticas y
emular a las democracias más desarrolladas del mundo tendríamos que aspirar a tener un sistema que garantizara un mayor nivel de proporcionalidad.

Pero además, es problemático establecer una relación causal y lineal entre un sistema electoral y el desarrollo de un país. En una democracia existen otras variables tan relevantes como el sistema electoral y que, en su conjunto, explican su estabilidad. Entre otras, la polarización política, el balance de poder entre Ejecutivo y legislativo, el nivel de participación electoral, la cantidad de partidos y sectores sociales incluidos en el sistema, etc. La estabilidad política de Chile en los últimos 15 años no ha dependido única y exclusivamente de su sistema electoral.

Elite generosa, una opción para Chile y la Señora Michelle

By Carlos Albornoz

Veo la última encuesta CEP y con alegría recibo un dato que me hace pensar que el pueblo está con la Señora Michelle y que pase lo que pase, de aquí a diciembre no la abandonará. Junto con ello veo a Matías de la Fuente en el anexo cárcel Capuchinos y a Pablo Gutiérrez (jefe de gabinete de Osvaldo Puccio) visitándolo para regalarle el libro “la conspiración”1. Veo también a otro personaje nacional defendiendo la transparencia con que opera CODELCO, empresa pública que aparece hoy entre las 20 más grandes de América latina2. En otro frente, el mundo concertacionista se prepara para celebrar las recientemente aprobadas reformas constitucionales. Hay para celebrar y para preocuparse. Todo aparece un tanto contradictorio: los servidores públicos son acusados por la oposición de poco transparentes, no hay autocrítica pública y la estrategia oficial es visitar capuchinos para apoyar al ex jefe de gabinete del presidente Lagos. Celebramos las reformas constitucionales, pero se mantiene
un sistema electoral escandalosamente antidemocrático. Celebramos las obras viales, pero el Transantiago no parte. Hay orgullo por haber disminuido la pobreza, pero las viviendas básicas hacen agua. Y con todo esto, ¿Qué pasa con la señora Michelle?: la candidata oficialista mantienen su adhesión popular y se consolida como él único proyecto político que la ciudadanía está dispuesta a Apoyar.

Para explicar el fenómeno Bachelet, argumentos van y vienen. El mío es uno más de varios, pero hasta ahora original y me parece útil ponerlo en la mesa. Ayer en la noche, en el intelectual programa de TV ‘tolerancia cero’, se intentaba con esfuerzo dar coherencia a lo que sucede en el escenario político actual. Paulsen, con su olfato periodístico, analizó lo que no se vio en la encuesta CEP. Habló de las preocupaciones de los chilenos, de los rasgos más valorados en los candidatos y nos recordó que seguimos siendo un país subdesarrollado. Villegas, con su incuestionable conciencia de proceso histórico, puso atención en lo absurdo de mantener una constitución irreformable y connotó la paradoja de respetar reglas del juego que no pueden ser revisadas ni por los que juegan. Y pero aún, hizo ver que estas reglas del juego solo pueden ser cambiadas por quienes se benefician permanentemente del juego.
A mí, lo único que me conecta cada una de las cosas que pasan en nuestro escenario político es que, afortunadamente, el pueblo sabe y mucho. Pienso que los chilenos reconocen el merito de la clase política actual, pero saben que Michelle no pertenece a ella. Que el pueblo le tiene cariño a esos que crecieron, aprendieron y enmendaron el error, pero no olvidan que se equivocaron el 70. Que Chile reconoce la grandeza
de un grupo de compatriotas que aunque traumados por un tremendo fracaso, fueron cautos, negociaron y terminaron lo que comenzaron.

El pueblo sabe y mucho mas de lo que piensan los iluminados. La gente simple se da cuenta que en cada avance ha quedado una estela de injusticia, resentimiento e incompetencia. Los partidos dejaron de pensar, la gente no. Por eso están tan enredados y confundidos con un fenómeno que la señora Juanita entiende bien. El
TAG, la nueva justicia y el AUGE. Todo merece aplausos, pero se puede más. Eso la gente lo sabe. Como sabe también que nuestra democracia, como ninguna otra, es fruto de un acuerdo entre dictadores y demócratas. Que es una democracia especial, construida desde la frustración y el miedo al proyecto fracasado. Sabe que la
transición ha sido exitosa, pero ve que la política se aleja y eso le preocupa. Lo que mas valora la gente en la señora Michelle es su cercanía.

Tanto sabe el pueblo, que intuye que es momento de cambio y que ese cambio no lo ofrece la derecha, por el contrario, es ése el proyecto a cambiar. La elite histórica nos trajo hasta aquí y se agradece. Pero Chile es grande y está preparado para sintetizar una expresión única en la historia de América latina. Dada su cultura
cívica, el pueblo de Chile no quiere modernizarse en la medida de lo posible, no necesita una modernidad mediocre con estelas de injusticias. Chile quiere conducir un proyecto moderno, solidario y democrático, sin padres protectores y haciendo uso de todos sus talentos. Eso es lo que representa la Señora Michelle y el pueblo
lo sabe.

Todos los protagonistas de la Historia, en cada lugar del mundo y en toda época, perdieron el miedo, confiaron en sus condiciones y cuestionaron a la autoridad establecida. No porque sea cómodo disputar el poder a los que lo ostentan, o porque no haya riesgos en hacerlo. Al contrario; morder la mano que da la comida, o fallar en el intento reformista puede cerrar para siempre la opción a dirigir. ¿Por qué arriesgar tanto entonces? Porque todo grupo que conduce, va dejando, mientras lo hace, una estela de injusticia, resentimiento e incompetencia.

En condiciones normales, todos los seres humanos son ciegos a parte importante de su incompetencia, y ello se acentúa cuando se está en la primera posición. Porque no puedes detenerte a mirar, más allá de lo obvio, qué ha ido pasando con tu obra. Tampoco hay tiempo para analizar si los que te siguen vienen sistemáticamente
acortando la ventaja. Cuando vas primero, cuesta reflexionar para corregir, y como consecuencia, vas dejando una estela de injusticia, resentimiento e incompetencia. Afortunadamente, aquellos que ven tu incompetencia no lo hacen con resentimiento, lo hacen con esperanza. Serán probablemente los mismos que vendrán en tu reemplazo. Afortunadamente las elites no se construyen desde el resentimiento. Es por lo mismo, que el líder debe mantener siempre una mirada atenta al fraguado de aquellos que esperan paciente y ambiciosos, su turno.

Por el bien de Chile, la Señora Michelle debiera reivindicar el poder innovador de aquellos que desconocen los estándares, ya sea de autoridad, jerarquía, o ideas preexistentes. Pero cuidado, esos no son ni han sido parte de la elite con la que ella comparte, construye y sueña su proyecto. Sumar poder innovador implica tres cosas; un líder que los encuentre, una elite que los invite y una cultura que los asimile. Implica no caer en la tentación del principio de la similitud: las buenas personas se encuentran con frecuencia en círculos profesionales diferentes,hay que saltar el obstáculo de la similitud para llegar a ellos.

Aquí hay una clave para la Señora Michele que la clase política nacional no está en condiciones estructurales de anticipar y comprender: seleccionar bien y utilizar el potencial valor de nuevas y viejas generaciones dispuestas a ir más allá de lo ya conocido es la esperanza que tienen el pueblo en la señora Michelle. No es solo otro estilo, es también otro proyecto. Crear organizaciones y gobiernos que contengan pasión requiere invitar gente nueva.

Los que tienen el poder por muchos años, aunque lo hayan hecho bien, deben reinventar sus redes. Porque cada vez serán mas ciegos a la estela que dejan. No deben hacerlo solo para no perder el poder, sino también para detener la escalada de enemigos, incompetencia e injusticia, que el poder sin contrapunto produce.

El Partido que quiero.

Recuperar el valor al Servicio es un culto a la izquierda y al progresismo. Es su esencia, su valor, su signo de amor y tolerancia. Ello requiere de un nuevo compromiso de nuestros partidos políticos, los que hoy segados por objetivos mezquinos alejan a la izquierda de su vocación democrática. Es necesario profesionalizar los partidos y denunciar el debate mediocre. Corresponde ocupar los partidos y recuperarlos para Chile. Hay que modernizar las estructuras, renovarlas, rejuvenecerlas, respetarlas. Modernizar los partidos implica tener un presidente de partido preparado, con visión histórica para señalar el rumbo.

Los gobiernos no diseñan el camino de los países, esa es tarea de los partidos. No es bueno para Chile que en nuestros propios partidos también sea suficiente tener dinero para ganar un cargo.

Hoy día los partidos están abandonados, descuidados, entregados a la operación pequeña que tanto daño hace. Sin partidos políticos, sin oposición, no es posible desarrollar un país. Debemos recuperarlos, adoptarlos, cuidarlos también y poner al frente a nuestros mejores hombres. Sólo así es posible convocar a tareas comunes. Con los mejores hombres de la izquierda en sus casas, no es posible realizar la tarea colectiva.

Debemos usar todos los recursos; humanos, tecnológicos, comunicacionales, creativos, etc. y devolver a los partidos la vitalidad que requieren para cumplir el rol que les compete. En definitiva necesitamos partidos serios, profesionales, al nivel de un país que tiene como tarea, alcanzar el desarrollo.

Esta es la batalla cultural que queremos dar. Una batalla colectiva amenazada por el individualismo, una batalla solidaria amenazada por la ambición personal, una batalla tolerante amenazada por la hegemonía.

Habemos muchos dispuestos, algunos ya cansados de esperar su turno, otros incansables que empujaremos hasta el último día, lo único importarte es Chile y su gente. Sabremos estar a la altura de la historia.