Monday, October 10, 2005

Elite generosa, una opción para Chile y la Señora Michelle

By Carlos Albornoz

Veo la última encuesta CEP y con alegría recibo un dato que me hace pensar que el pueblo está con la Señora Michelle y que pase lo que pase, de aquí a diciembre no la abandonará. Junto con ello veo a Matías de la Fuente en el anexo cárcel Capuchinos y a Pablo Gutiérrez (jefe de gabinete de Osvaldo Puccio) visitándolo para regalarle el libro “la conspiración”1. Veo también a otro personaje nacional defendiendo la transparencia con que opera CODELCO, empresa pública que aparece hoy entre las 20 más grandes de América latina2. En otro frente, el mundo concertacionista se prepara para celebrar las recientemente aprobadas reformas constitucionales. Hay para celebrar y para preocuparse. Todo aparece un tanto contradictorio: los servidores públicos son acusados por la oposición de poco transparentes, no hay autocrítica pública y la estrategia oficial es visitar capuchinos para apoyar al ex jefe de gabinete del presidente Lagos. Celebramos las reformas constitucionales, pero se mantiene
un sistema electoral escandalosamente antidemocrático. Celebramos las obras viales, pero el Transantiago no parte. Hay orgullo por haber disminuido la pobreza, pero las viviendas básicas hacen agua. Y con todo esto, ¿Qué pasa con la señora Michelle?: la candidata oficialista mantienen su adhesión popular y se consolida como él único proyecto político que la ciudadanía está dispuesta a Apoyar.

Para explicar el fenómeno Bachelet, argumentos van y vienen. El mío es uno más de varios, pero hasta ahora original y me parece útil ponerlo en la mesa. Ayer en la noche, en el intelectual programa de TV ‘tolerancia cero’, se intentaba con esfuerzo dar coherencia a lo que sucede en el escenario político actual. Paulsen, con su olfato periodístico, analizó lo que no se vio en la encuesta CEP. Habló de las preocupaciones de los chilenos, de los rasgos más valorados en los candidatos y nos recordó que seguimos siendo un país subdesarrollado. Villegas, con su incuestionable conciencia de proceso histórico, puso atención en lo absurdo de mantener una constitución irreformable y connotó la paradoja de respetar reglas del juego que no pueden ser revisadas ni por los que juegan. Y pero aún, hizo ver que estas reglas del juego solo pueden ser cambiadas por quienes se benefician permanentemente del juego.
A mí, lo único que me conecta cada una de las cosas que pasan en nuestro escenario político es que, afortunadamente, el pueblo sabe y mucho. Pienso que los chilenos reconocen el merito de la clase política actual, pero saben que Michelle no pertenece a ella. Que el pueblo le tiene cariño a esos que crecieron, aprendieron y enmendaron el error, pero no olvidan que se equivocaron el 70. Que Chile reconoce la grandeza
de un grupo de compatriotas que aunque traumados por un tremendo fracaso, fueron cautos, negociaron y terminaron lo que comenzaron.

El pueblo sabe y mucho mas de lo que piensan los iluminados. La gente simple se da cuenta que en cada avance ha quedado una estela de injusticia, resentimiento e incompetencia. Los partidos dejaron de pensar, la gente no. Por eso están tan enredados y confundidos con un fenómeno que la señora Juanita entiende bien. El
TAG, la nueva justicia y el AUGE. Todo merece aplausos, pero se puede más. Eso la gente lo sabe. Como sabe también que nuestra democracia, como ninguna otra, es fruto de un acuerdo entre dictadores y demócratas. Que es una democracia especial, construida desde la frustración y el miedo al proyecto fracasado. Sabe que la
transición ha sido exitosa, pero ve que la política se aleja y eso le preocupa. Lo que mas valora la gente en la señora Michelle es su cercanía.

Tanto sabe el pueblo, que intuye que es momento de cambio y que ese cambio no lo ofrece la derecha, por el contrario, es ése el proyecto a cambiar. La elite histórica nos trajo hasta aquí y se agradece. Pero Chile es grande y está preparado para sintetizar una expresión única en la historia de América latina. Dada su cultura
cívica, el pueblo de Chile no quiere modernizarse en la medida de lo posible, no necesita una modernidad mediocre con estelas de injusticias. Chile quiere conducir un proyecto moderno, solidario y democrático, sin padres protectores y haciendo uso de todos sus talentos. Eso es lo que representa la Señora Michelle y el pueblo
lo sabe.

Todos los protagonistas de la Historia, en cada lugar del mundo y en toda época, perdieron el miedo, confiaron en sus condiciones y cuestionaron a la autoridad establecida. No porque sea cómodo disputar el poder a los que lo ostentan, o porque no haya riesgos en hacerlo. Al contrario; morder la mano que da la comida, o fallar en el intento reformista puede cerrar para siempre la opción a dirigir. ¿Por qué arriesgar tanto entonces? Porque todo grupo que conduce, va dejando, mientras lo hace, una estela de injusticia, resentimiento e incompetencia.

En condiciones normales, todos los seres humanos son ciegos a parte importante de su incompetencia, y ello se acentúa cuando se está en la primera posición. Porque no puedes detenerte a mirar, más allá de lo obvio, qué ha ido pasando con tu obra. Tampoco hay tiempo para analizar si los que te siguen vienen sistemáticamente
acortando la ventaja. Cuando vas primero, cuesta reflexionar para corregir, y como consecuencia, vas dejando una estela de injusticia, resentimiento e incompetencia. Afortunadamente, aquellos que ven tu incompetencia no lo hacen con resentimiento, lo hacen con esperanza. Serán probablemente los mismos que vendrán en tu reemplazo. Afortunadamente las elites no se construyen desde el resentimiento. Es por lo mismo, que el líder debe mantener siempre una mirada atenta al fraguado de aquellos que esperan paciente y ambiciosos, su turno.

Por el bien de Chile, la Señora Michelle debiera reivindicar el poder innovador de aquellos que desconocen los estándares, ya sea de autoridad, jerarquía, o ideas preexistentes. Pero cuidado, esos no son ni han sido parte de la elite con la que ella comparte, construye y sueña su proyecto. Sumar poder innovador implica tres cosas; un líder que los encuentre, una elite que los invite y una cultura que los asimile. Implica no caer en la tentación del principio de la similitud: las buenas personas se encuentran con frecuencia en círculos profesionales diferentes,hay que saltar el obstáculo de la similitud para llegar a ellos.

Aquí hay una clave para la Señora Michele que la clase política nacional no está en condiciones estructurales de anticipar y comprender: seleccionar bien y utilizar el potencial valor de nuevas y viejas generaciones dispuestas a ir más allá de lo ya conocido es la esperanza que tienen el pueblo en la señora Michelle. No es solo otro estilo, es también otro proyecto. Crear organizaciones y gobiernos que contengan pasión requiere invitar gente nueva.

Los que tienen el poder por muchos años, aunque lo hayan hecho bien, deben reinventar sus redes. Porque cada vez serán mas ciegos a la estela que dejan. No deben hacerlo solo para no perder el poder, sino también para detener la escalada de enemigos, incompetencia e injusticia, que el poder sin contrapunto produce.

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