Monday, October 10, 2005

Antes de elegir una política pública

Al elegir entre distintas políticas, es importante partir por establecer cuáles son las causas verdaderas del problema que queremos resolver. Muchas veces aceptamos explicaciones que no son correctas, por inercia, por flojera o porque coinciden con nuestros prejuicios sobre el tema. El problema es que si partimos de un diagnóstico equivocado, lo más probable es que elijamos las políticas equivocadas.

By Eduardo Engel
La Tercera, septiembre 25, 2005

El año 1990, Amartya Sen alertó al mundo sobre la ausencia de aproximadamente 100 millones de mujeres en Asia. El célebre economista, que poco después obtuvo el Premio Nobel de Economía, notó que mientras la proporción de hombres y mujeres era casi la misma en países de Occidente, en países como Bangladesh, China, India y Pakistán había mucho más hombres que mujeres. Esta observación lo llevó a concluir que las culturas asiáticas eran negligentes con sus hijas, porque no las llevaban a los
controles médicos o las alimentaban peor que a sus hijos varones. Otros analistas fueron más duros, afirmando que el misterio de las "mujeres faltantes" se debía a infanticidios, a abortos forzados y a la trata de blancas.

Emily Oster había escuchado de las mujeres faltantes cuando ingresó a la Universidad de Harvard una década más tarde. Interesada en la salud pública, un verano leyó el libro "Hepatitis B: la búsqueda de un virus asesino", de Baruch Blumberg, donde se mencionaban algunos estudios mostrando que era mucho más probable que una mujer embarazada que tenía hepatitis B tuviera un niño que una niña. Aunque la causa no se conoce con certeza, tal vez sea que los abortos espontáneos, debidos a la enfermedad,
son más frecuentes cuando el feto es femenino.

La joven estudiante ató cabos y se abocó a la tarea de ver, país por país, la relación entre la incidencia de la hepatitis B y las diferencias entre el número de hombres y mujeres. En un trabajo publicado recientemente en una de las revistas más prestigiosas en economía, Oster concluye que la mitad de las mujeres faltantes en Asia se explica por la incidencia de hepatitis B. En lugar de haber sido víctimas de padres negligentes o criminales, estas mujeres simplemente nunca nacieron.


Los criminales faltantes

Uno de los best-sellers más sorprendentes en años recientes, compitiendo de igual a igual con Harry Potter y el Código Da Vinci en la lista de más vendidos en Amazon, es el libro "Freakonomics". Escrito por un destacado economista de la U. de Chicago (Steven Levitt) y un muy buen periodista del New York Times (Stephen Dubner), el libro cuenta una docena de historias, varias de ellas basadas en el trabajo académico de Levitt, mostrando la importancia de cuestionar las verdades aceptadas, exigiendo evidencia convincente y pensando en explicaciones alternativas cuando dicha evidencia
no se puede encontrar. El trabajo de Emily Oster sobre las mujeres faltantes pertenece a esta nueva escuela que ha tomado vuelo en economía durante la última década.

Levitt alcanzó notoriedad hacia fines de los 90, cuando junto a John Donohue propuso una explicación particularmente polémica para la sorprendente caída en los índices de criminalidad de EE.UU. a comienzos de los 90.

Entre 1975 y 1990 los crímenes violentos aumentaron en un 80% en los Estados Unidos, desatando la preocupación ciudadana y transformándose en tema obligado de los noticiarios. Cuando los índices de criminalidad cayeron rápidamente a comienzos de los 90, llegando a niveles que no se veían desde los años 50, todo el mundo fue pillado de sorpresa, preguntándose qué había pasado.

Varias hipótesis se barajaron para explicar esta súbita y dramática caída: nuevas estrategias utilizadas por la policía, mayor énfasis en encarcelar a los criminales, cambios en los mercados de drogas, envejecimiento de la población, control de armas más estricto, mayor crecimiento económico y un mayor número de policías.

La explicación basada en una nueva estrategia policial fue una de las más populares, sobre todo por cómo se dieron las cosas en la ciudad de Nueva York, una de las primeras beneficiadas con la reducción de crímenes violentos. Con la elección de un nuevo alcalde, Rudi Giuliani, vino un cambio en cómo se gestionaba la ciudad. El grado de sofisticación para obtener y procesar información, al incorporarse las soluciones informáticas al trabajo policial, aumentó considerablemente con Giuliani. Esta modernización policial vino acompañada de una supervisión mucho más estricta del trabajo policial: por primera vez los jefes de policía debían rendir cuentas regularmente al alcalde, revisándose el logro de las metas acordadas.

Si uno mira cuidadosamente la evidencia, se concluye que una mejor gestión policial no tuvo nada que ver con la súbita caída de crímenes violentos a comienzos de los 90. En primer lugar, los crímenes violentos en Nueva York ya habían caído un 20% entre 1990 y 1993, mientras que Giuliani y sus cambios revolucionarios de gestión llegaron a la alcaldía de Nueva York recién en 1994. El timing no calza. A lo anterior se agrega que la reducción de crímenes fue a lo largo y ancho de todos los Estados Unidos, incluyendo una mayoría de ciudades en que no hubo reforma alguna en cómo se
manejaba la policía.

La hipótesis que plantea Levitt es que los crímenes cayeron a partir de 1990 debido a la legalización del aborto que tuvo lugar en EE.UU. en 1973. Muchos niños que hubieran nacido y terminado siendo criminales -los criminales son más activos entre los 15 y 30 años de edad- no nacieron porque sus madres optaron por un aborto. Suena crudo, no cabe duda, pero no estamos hablando de cómo quisiéramos que fueran las cosas, sino de cómo fueron.

Veamos, entonces, cuál es la evidencia que ofrece Levitt. Primero, que los crímenes violentos bajaron primero en los estados que legalizaron el aborto antes. Nueva York, California, Washington y Hawai legalizaron el aborto al menos dos años antes que el resto de los EE.UU., viendo caer sus índices de criminalidad antes que los restantes estados. Segundo, Levitt encuentra que los estados donde los crímenes violentos cayeron mucho más a partir de los 90 son aquellos que tuvieron un mayor número de abortos durante los 70.

La hipótesis de Levitt explica parte importante del fenómeno, pero no todo. Otros factores relevantes son un incremento del número de policías y un aumento de la población carcelaria. Levitt y Dubner también exponen una serie de factores, algunos de ellos muy populares en su momento, que no tienen nada que ver.

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