Monday, October 10, 2005

Democracia y desarrollo

Entender el rol de los partidos políticos, de la participación ciudadana y de los sistemas electorales es crucial para pensar un país. Claudio Fuentes es PhD en ciencias políticas de la Universidad de Carolina del Norte y Director de Flacso, un centro de investigación progresista. Larroulet es ingeniero comercial de PUC, Master en Economía de la Universidad de Chicago y Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, un centro de pensamiento derechista

Por Claudio Fuentes

La interrogante que plantea Cristián Larroulet en su columna de La Tercera publicada el pasado domingo 18 es crucial y pertinente. El autor sostiene que es necesario preguntarse qué instituciones y qué políticas deben darse los países en democracia para poder crecer. Sin embargo, sus respuestas conducen a equívoco.

Aunque reconoce que la respuesta es amplia, Larroulet indica que un aspecto clave es el sistema electoral. Agrega que la mayoría de los países democráticos que alcanzaron el desarrollo poseen sistemas mayoritarios y que la sustentabilidad futura del crecimiento de Chile depende, entre otras cosas, de la mantención de instituciones que facilitan la gobernabilidad, como el sistema binominal. Indica como atributos del
sistema el que fuerza la conformación de dos bloques, elimina la influencia de los partidos con posturas extremas y obliga los consensos.

Aceptar que existe una relación causal entre el sistema político y las posibilidades de desarrollo es en sí mismo un hecho significativo. Y señalar que se requiere de un sistema gobernable para garantizar una estrategia de desarrollo sustentable también es aplaudible. No obstante, es necesario cuestionar el sustento empírico de algunos de sus supuestos. En primer lugar, Larroulet parece preocuparse más del crecimiento que del desarrollo, temas relacionados pero diferentes. La pregunta que le inquieta es qué tipo de instituciones se requieren para "crecer" y no para alcanzar el desarrollo. El problema aquí es que mientras el crecimiento puede darse bajo cualquier régimen político (como lo demuestra China), el desarrollo sustentable sí parece requerir de condiciones sociales y políticas para concretarse. El índice de desarrollo humano, que mide no sólo crecimiento sino también acceso a salud y educación, entre otras variables, comprueba que los países con mayores niveles de desarrollo son en su gran mayoría democráticos.

En segundo lugar, Larroulet sostiene que existiría una relación causal entre el sistema electoral de un país y su nivel de desarrollo. Indica con gran confianza que "la mayoría de los países democráticos que alcanzaron el desarrollo poseen sistemas mayoritarios". No obstante, las cifras muestran otra cosa. Si consideramos las 21 naciones democráticas más desarrolladas, vemos que en 15 de ellas (71%) existe un sistema proporcional. Por lo tanto, si quisiéramos guiarnos por las estadísticas y
emular a las democracias más desarrolladas del mundo tendríamos que aspirar a tener un sistema que garantizara un mayor nivel de proporcionalidad.

Pero además, es problemático establecer una relación causal y lineal entre un sistema electoral y el desarrollo de un país. En una democracia existen otras variables tan relevantes como el sistema electoral y que, en su conjunto, explican su estabilidad. Entre otras, la polarización política, el balance de poder entre Ejecutivo y legislativo, el nivel de participación electoral, la cantidad de partidos y sectores sociales incluidos en el sistema, etc. La estabilidad política de Chile en los últimos 15 años no ha dependido única y exclusivamente de su sistema electoral.

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